Vida de perros


Vida de perros

Año: 1996

El Águila se ha caracterizado dizque por su humor, dizque porque hace reír a la gente. En parte es nuestra intención y en parte no. No es eso lo que nos compromete. No somos humoristas. Si nuestros personajes cuentan chistes es porque en la vida se cuentan chistes pero ese no es ningún chiste…
Si la gente se ríe allá la gente, porque no hay nada más gracioso que la desgracia ajena… ”Eso que no le pase a nadie pero si ha de pasar que le pase a otros”… Como en este Colombia que pasan las cosas más terribles y seguimos cagados de la risa. Defendemos antes que el teatro y la literatura, antes que el arte, la vida. Defendemos antes que el humorismo, el teatro. Por eso en esta obra se seguirán encontrando cambios que ya se empezaban a gestar en Colcha de Retazos, porque dureza obliga y aunque como diría el poeta, defender la alegría es tarea, recordar el olvido es memoria.
Memoria que necesitamos para saber dónde dejamos las ”putas llaves”, para saber cuál es nuestra casa, quiénes nuestros amigos, por dónde no se puede pasar… No pretendemos hacer porno-violencia, aunque el tratamiento de temas como el de los basuriegos y de asuntos como el de Armero nos obliguen a fruncir el ceño y a arrugar la nariz, bueno es recordar que la basura fue en su infancia tierno deseo y en el lodo crecen flores.

Con todo esto queríamos hacer -esperamos también que con mucho humor pero más que con eso, con mucho amor- un homenaje a los hombres y mujeres innominados de otra Colombia, de una Colombia que recoge latas y cartones, la que vive del desecho; a Omaira Ríos que todavía flota en el légamo más turbio de nuestra imposibilidad… Son escenas que un par de recicladores (perdón, de profesionales del reciclaje) van tejiendo, valiéndose de esa caja de ilusiones que es un televisor. Una historia que los convierte en reinas de belleza, presidentes de la república, papas, comensales de finos restaurantes, turistas y damnificados.

Seguimos con lo que enamora al hombre y a la mujer, seguimos enamorados de los hombres y de las mujeres, seguimos riendo y también llorando. Como perro de rico, o como cualquier gozque canequero, como todos los perros y las perras de ”la ciudad y los perros”, por favor venga y ladre con nosotros.

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